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Cuando restamos todo lo que se requiere simplemente para mantener el cuerpo o cumplir con las exigencias de la sociedad, ¿qué queda? Tal vez, un puñado de años, que podrían llamarse verdaderamente nuestros. Las horas de asombro, de risas, de conversaciones profundas y de reflexión tranquila: éstas son las monedas raras de la conciencia en medio de la moneda corriente de los hábitos.

¿Sabes esa sensación cuando hay algo que no te gusta, que te crea rechazo y querrías cambiarlo todo por completo? Seguro que ya te ha venido alguna situación a la cabeza, ¿verdad?
Cuando esto ocurre, lo que suele aparecer es resistencia: una especie de confrontación interna, una contracción que no nos permite vivir la vida plenamente tal y como es.

La devoción, para un Ishaya, no es un concepto abstracto ni un sentimiento que aparece y desaparece según las circunstancias. Es un estado vivo de entrega consciente.

Durante unas maravillosas horas o días, encontraba un respiro del bucle infinito de preocupaciones, frustraciones y ansiedad de mi mente sobre los resultados o lo que pensaban los demás.

Imagina un gran recipiente lleno de millones de cubitos de hielo de diversas formas: círculos, estrellas, cuadrados y más. Si nos fijamos en el contenido, observamos innumerables formas distintas. Sin embargo, cada cubito está hecho de la misma sustancia: agua. Al derretirse, solo queda agua.

¿Ha buscado, como yo, la felicidad, el amor y la satisfacción? Al igual que yo, ¿has probado aplicaciones de citas y nuevos pasatiempos, te has mudado y cambiado de trabajo para sentirte realizado? ¿para encontrar el amor y la felicidad?

Comencé este viaje de búsqueda de la paz interior hace unos veinte años. En ese momento, descubrí la práctica de meditación de la Ascensión de los Ishayas. Su simplicidad, su pureza, sus rápidos resultados y la luminosidad que emanaba de los maestros, me llegaron al corazón.

A veces la palabra "compromiso" puede parecer aterradora. En mi juventud, me rebelaba contra ese concepto y lo rechazaba porque lo consideraba el fin de mi libertad de elección individual.

La enseñanza de los Ishayas es que experimentar Paz, Amor y Unidad con el mundo es nuestro estado natural. Que somos seres con un potencial creador ilimitado, somos luminosos y divinos.

No sabía por qué era tan difícil que la gente fuera amable con los demás ni por qué tratábamos a la naturaleza con tanto desprecio. También me daba cuenta de que mis amigos y los adultos que me rodeaban solían estar tristes o luchando.

En el corazón del crecimiento consciente se encuentra la capacidad de vivir en el momento presente. Para la mayoría de las personas, esto requiere práctica. Si hemos vivido toda una vida alejados de este momento, prestar atención al «ahora» requiere cierta práctica.

Las palabras “despertar”, “iluminación” y “conciencia” se utilizan con mucha frecuencia en la meditación o en conversaciones espirituales, sin embargo, pueden parecernos inalcanzables. Durante la mayor parte de nuestras vidas, creemos que son experiencias sólo para personas especiales, aquellas elegidas por Dios, no para nosotros.